Estamos en pleno verano, la estación meteorológicamente más cálida en nuestro país y en la que estamos más expuestos ante la radiación del sol, no solo porque pasamos menos tiempo trabajando, entre horarios adaptados y vacaciones, si no porque este tiene más presencia horaria que nunca a lo largo de los días.

Estas condiciones climatológicas hacen que mantenerse hidratado tenga más importancia que nunca en verano. Nuestro cuerpo está compuesto al 65% de agua, que son parte de cada célula de nuestro organismo, que la necesitan para vivir y poder cumplir sus funciones.

Esta pérdida de líquido es natural, y se debe compensar con ingesta suficiente de agua, si no correremos el peligro de sufrir de deshidratación.

¿Cómo pierde líquido el cuerpo humano?

La pérdida de líquido es un proceso natural de nuestro cuerpo, nada que suponga un riesgo para nuestra salud si lo rehidratamos continuamente. Cada día el cuerpo pierde agua de manera natural a través de tres procesos:

La respiración. Nuestra respiración supone una pérdida diaria de agua, saturada en vapor de agua, de entre 2050 y 250 mililitros si hablamos de una persona sedentaria y entre 500 y 600 si hablamos de alguien físicamente activo

La excreción. Los procesos de excreción, orinar y defecar, suponen una expulsión de agua. De hecho, la orina y las heces suponen nuestra mayor pérdida de líquido del día a día, entre 1,5 y 2 litros de agua.

La sudoración. La sudoración es el proceso de pérdida de agua con más protagonismo en verano, debido a las altas temperaturas. El sudor sirve para regular la temperatura corporal, ya que la evaporación de liquido a través de la piel ayuda a reducir esta temperatura. Este es el motivo por el que sudamos más cuando hace más calor. A través de la sudoración perdemos una media de 1,5 litros de agua diarios, que puede ser más en momentos de muy altas temperaturas.

Estos son las vías de pérdida de líquido del cuerpo, un líquido que se repone a través del agua que ingiramos, ya sea de manera directa, consumiendo agua, o de manera indirecta, a través de alimentos que sean ricos en ella como las frutas y verduras. No hacerlo desembocaría en un proceso de deshidratación que puede tener peligrosas consecuencias

Qué es la deshidratación

Como hemos comentado anteriormente, el proceso por el que el cuerpo pierde agua es algo natural que sucede cada día y que no debe suponer ningún problema siempre y cuando repongamos esta agua expulsada.

El problema que se puede dar en verano es que expulsemos más agua de lo habitual, sobre todo a través de la sudoración, y que mantengamos nuestro nivel habitual de consumo de agua, no compensando la mayor cantidad de agua que expulsamos y produciéndose la deshidratación.

La deshidratación puede tener consecuencias fatales para el cuerpo, en especial en lo que está relacionado con la sudoración. Cuando aumenta la temperatura de nuestro cuerpo, se dispara la sudoración para regular esta temperatura, pero para que esta sudoración se pueda producir el cuerpo tiene que estar lo suficientemente hidratado.

Si nuestro organismo no tiene el suficiente líquido para expulsar en este proceso, el cuerpo comenzará a calentarse. De continuar la exposición del cuerpo a esta alta temperatura sin la posibilidad de regularse mediante el sudor, el cuerpo comenzará a notar los efectos.

Efectos de la deshidratación en nuestro cuerpo

En primer lugar, notaremos la boca y la lengua secas, lo que derivará en una sensación de fatiga, que poco a poco se convertirá en malestar general acompañada de mareos. Si el calentamiento del cuerpo se prolonga, aparecerán confusión, dolores de cabeza, y desmayos. En el más extremo de los casos, una deshidratación excesiva y un aumento de temperatura del cuerpo puede desembocar en el fallecimiento.

Cómo estar seguros de que estamos bien hidratados

Puede que nuestro cuerpo no esté bien hidratado y que no lo notemos hasta vernos expuestos a unas temperaturas que obliguen a la sudoración y desencadenen los síntomas físicos que hemos visto anteriormente.

Hay varios indicativos previos que nos pueden suponer una señal de alarma para darnos cuenta de que no estamos bien hidratados:

  • La frecuencia de la orina. La orina es uno de los principales indicativos de nuestro nivel de hidratación. Una persona bien hidratada tiene necesidad de orinar entre cuatro y siete veces al día, dependiendo también de otros factores.
  • El color de la orina. Otro indicativo sobre la hidratación relacionado con nuestra orina es su color. En términos generales, una orina clara será indicativo de estar bien hidratado, mientras que una oscura e incluso turbia será en muchas ocasiones indicativo de que no estamos bebiendo suficiente agua.
  • La piel. La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y reflejo de la hidratación de nuestro cuerpo. Una piel que luzca brillante y viva es reflejo de una hidratación adecuada, mientras que una piel seca y apagada será indicativo de que nos falta agua.
  • Estado de ánimo. Nuestro cerebro también se ve afectado por la deshidratación, algo normal considerando que cerca de las cuarenta mil millones de células cerebrales que lo componen están formadas en un 70% por agua. Su escasez desembocará en que pensemos de manera menos clara, estemos más irritables e incluso en los casos más extremos padezcamos de depresión.

Cómo mantenernos bien hidratados

Para evitar los problemas que pueden derivar de una deshidratación severa hay que asegurarse de mantener nuestro cuerpo bien hidratado, algo especialmente importante en verano. Para hacerlo, te dejamos los siguientes consejos.

  • Bebe suficiente agua. Se recomienda un consumo medio de unos dos litros de agua al día, equivalente a unos 8 vasos, aunque en verano este consumo suele ser superior, siendo recomendable subir la dosis hasta los tres.
  • Hidrátate con alimentos. La ingesta directa de agua no es la única forma de hidratarse. La alternativa evidente es consumir otro tipo de líquidos, como zumos o refrescos. Pero además hay alimentos que contienen gran cantidad de agua, como puede ser la fruta, con ejemplos como la sandía o el melón. Recuerda que las bebidas alcohólicas son engañosas, porque aunque se sirvan frías, el alcohol tiene efecto deshidratante.
  • Evita salir en las horas centrales del día. En verano en especial, es recomendable limitar la actividad en exteriores en las horas centrales del día, donde el sol aprieta con más fuerza. Si no podemos evitarlo, hay que procurar tener una fuente de hidratación a mano, así como cubrirse la cabeza para protegerla del impacto directo del sol.
  • El deporte, a principio o al final del día. Recogiendo lo explicado en el punto anterior, si practicas deporte al aire libre hazlo a principio o al final del día. Al hacerlo por la mañana nos encontraremos temperaturas más bajas heredadas de la noche; si optamos por esperar a bien entrada la tarde, hará más calor, pero menos sol.

Desde Más que Seguro queremos concienciar de la importancia de hidratarse en verano. Puede parecer algo obvio y sin importancia, pero en cada época estival somos testigos de muchos incidentes que se podrían evitar con algo tan sencillo como hidratarse adecuadamente. Sigue nuestros consejos y disfruta de un gran verano.